El camino ha sido impresionante. Es el país de las mil cascadas. Siguiendo costeando hacia el oeste dejo a mi izquierda una altiplanicie no excesivamente alta pero donde se sitúan los grandes campos de hielo de Islandia donde nacen sus glaciares. Aún no los he podido ver pero sí sus resultados. Producto del deshielo aparecen numerosas cascadas que se desploman desde esa plataforma. Me he parado en la primera, la he hecho mil fotos, y luego había otras tantas similares a las que podía haber hecho otras tantas fotos. Está era Seljalandsfoss.
El paisaje cada vez es más verde. Es una parte que me recuerda mucho a Irlanda por la verticalidad de la plataforma, cada vez más recubierta de verde y los caballos han dejado lugar a las ovejas. Pero el invierno debe resultar muy duro. Me ha hecho gracia esta granja, primero por donde está situada, y segundo, por como se arrepintieron y tuvieron que plantar un bosque a modo de escudo de posibles aludes.
Y llego a Skogafoss. Y aquí ya sí se ve a lo lejos el glaciar que alimenta esta impresionante caída de agua.
Decido subir a ver la cascada desde arriba. Cerca de 500 escalones que me recordaron mucho a la subida que hicimos Marta y yo en Yosemite. Y merece la pena. Mejor unas imágenes
Así se termina mi día, no sin aparecer la lluvia. Que bonito país, que asco de tiempo tiene.
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